viernes, 26 de junio de 2009

BIENVENIDA LA RENOVACIÓN.

Amparo Muñoz

Para hablar de lo que entiendo por Didáctica, debo remitirme a diferentes aspectos que comportan este complejo concepto. Si bien es cierto que se trata del arte de enseñar, debo también dar relevancia al proceso de aprendizaje, ya que la didáctica tiene como objeto conceptualizar y reflexionar permanentemente sobre las formas de enseñar para que los sujetos implicados en el proceso aprendan; esto es, el estudiante y el docente, ya que ambos aprenden desde sus miradas y expectativas correspondientes.

La didáctica de la escritura es un tema cotidiano a nivel de los docentes y de las instituciones educativas, pero el ser cotidiano no hace que sea el mejor trabajado, el más reflexionado. Los docentes en muchos casos solamente hacen uso de metodologías ya utilizadas de manera reiterativa y con algunos resultados que para el común de los docentes, estudiantes y padres de familia arroja unos resultados “satisfactorios” en términos de la codificación del lenguaje. Sin embargo, estas prácticas están debilitadas precisamente desde el lente de la didáctica, ya que no se genera la permanente revisión crítica de dichas prácticas, las prácticas quedan allí como hechos únicos y sin posibilidad de ser retomados. Es importante, por lo tanto, reconocer la importancia de la escritura dentro de todos los procesos de aprendizaje, ya que ella es un vehículo de comunicación que permite cristalizar ideas y perpetuarlas en el código. Entonces, la necesidad de revisar las prácticas a la luz de las teorías no solo sobre la disciplina como tal, sino también desde los procesos de desarrollo de las personas, se hace inminente.

Mirado desde aquí, es importante que los docentes, como directos implicados en los procesos de enseñanza, revisemos de manera permanente, crítica y reflexiva las formas de enseñanza que utilizamos y determinemos su pertinencia, su impacto sobre los procesos generales de aprendizaje y desde allí podamos plantear renovaciones que permitan un acercamiento de los estudiantes a una escritura más propia, más auténtica y que reconozca de manera más acertada sus avances y sus propios estilos. Dentro de dichas renovaciones, considero pertinente la secuencia didáctica como herramienta que nos permite mirar la escritura como un proceso en permanente construcción que puede mirarse desde las pequeñas tareas y con unos objetivos y planeación muy concretos; esto es, que los procesos serían un poco más pensados y personales en la medida en que permitirían ver los avances de cada sujeto y ellos podrían también ir haciendo su propio balance desde el principio hasta ver su producto final.

Aquí, tanto los docentes como los estudiantes podrían compartir experiencias de crecimiento personal y académico que propiciarían un reconocimiento de las propias habilidades y un acompañamiento mucho más adecuado a cada una de las situaciones. Este tipo de herramientas , incluso podrían bajar los índices de agresividad y desinterés por el tema de la escritura, porque cada sujeto se sentiría reconocido en su propio proceso y no desde una mirada comparativa y masiva. Pienso que esta podría ser una alternativa interesante a la hora de hacer una renovación didáctica en el campo de la lengua escrita.
Para finalizar, quiero evidenciar la necesidad de replantearnos el concepto mismo de didáctica e ir más allá de la equivocada mirada de sinónimo de práctica, metodología y dinámica, que solemos tener. El conceptualizar, diferenciar y delimitar los términos es la base para el desarrollo de propuestas más sólidas y con resultados más satisfactorios para todos los actores de los procesos de formación en general y de formación en la escritura en particular. universitaria.

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